PAPA Leon

En presencia de patriarcas, metropolitas y fieles de diversos ritos orientales católicos, el Papa León XIV hizo un llamamiento a la paz al constatar que la “guerra nunca es inevitable”, y que “las armas pueden y deben callar”.

“Los pueblos quieren la paz y yo, con el corazón en la mano, digo a los dirigentes de los pueblos: ¡encontrémonos, dialoguemos, negociemos!”, exclamó en la audiencia con motivo del Jubileo de las Iglesias Orientales, uno de los grandes eventos del Año Santo 2025 convocado por su predecesor, el Papa Francisco.

“¡Cuánta violencia desde Tierra Santa a Ucrania, del Líbano a Siria, de Oriente Medio a Tigray y el Cáucaso!, ¡cuánta violencia!”, lamentó León XIV.

Del mismo modo, dejó claro que la paz de Cristo no es el “silencio sepulcral tras el conflicto” o el “resultado de la opresión”, sino que es un “don que mira a las personas y reactiva sus vidas”.

A continuación, el Pontífice garantizó que cumplirá “todos los esfuerzos posibles” para que esta paz se difunda.

“La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que los pueblos recuperen la esperanza y se les devuelva la dignidad que merecen, la dignidad de la paz”, agregó.

Contra las armas y los relatos maniqueos
En su discurso, que fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos, señaló que las armas “no resuelven los problemas sino que los aumentan”, al tiempo que llamó a alejarse de “las visiones maniqueas típicas de los relatos violentos, que dividen el mundo en buenos y malos”.

“La Iglesia no se cansará de repetir: callad las armas”, enfatizó.

El llamamiento a los líderes mundiales de León XIV, que denunció que “en nombre de la conquista militar, mueren personas”, llega en vísperas de la cumbre en Estambul en la que podrían reunirse el presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski.

La agenda prevista para el Jubileo de la Esperanza ha hecho que el Papa León XIV dedique uno de sus primeros encuentros del pontificado a las Iglesias orientales católicas que viven en comunión con Roma, pero con ritos y tradiciones propias.

El Aula Pablo VI del Vaticano se ha llenado de los colores de las banderas de Siria, Irak, Líbano, Ucrania o Etiopía. Regiones azotadas por la guerra, la inestabilidad política o la persecución religiosa.

Preservar las tradiciones sin diluirlas
En su discurso, mostró su preocupación por la situación que viven muchas comunidades caldea, maronita, siro-malabar, greco-católica o copta católica, que han sido obligadas “a huir de sus territorios de origen a causa de la guerra y la persecución, inestabilidad y pobreza, [y] corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder no sólo su patria sino también su identidad religiosa”.

“Sois preciosos. Mirándolos, pienso en la variedad de vuestros orígenes, en la historia gloriosa y los amargos sufrimientos que muchas de vuestras comunidades han padecido o padecen”, afirmó.

Asimismo, el Papa León XIV instó a “salvaguardar y promover el Oriente cristiano, especialmente en la diáspora” y mostró su compromiso a “erigir, donde sea posible y apropiado, circunscripciones orientales”, porque, según dijo, “es necesario sensibilizar a los latinos”.

También destacó que algunas de sus liturgias “utilicen todavía la lengua del Señor Jesús” y llamó a “preservar sus tradiciones sin diluirlas” y sin que sean “corrompidas por un espíritu consumista y utilitarista”.

En este sentido, pidió al Dicasterio para las Iglesias Orientales que le ayude a “definir principios, normas y orientaciones a través de los cuales los pastores latinos puedan apoyar concretamente a los católicos orientales de la diáspora para que preserven sus tradiciones vivas y enriquezcan con su especificidad el contexto en el que viven”.

Una espiritualidad viva y medicinal
“La Iglesia os necesita. ¡Cuán grande es la contribución que el Oriente cristiano puede darnos hoy!”, señaló, tras citar al Papa León XIII, que publicó Orientalium dignitas en 1894, un documento específico sobre la dignidad de las Iglesias Orientales.

“Cuánta necesidad tenemos de recuperar el sentido del misterio, tan vivo en vuestras liturgias, que implican a la persona humana en su totalidad, cantan la belleza de la salvación y suscitan el asombro ante la grandeza divina que abraza la pequeñez humana”, aseguró.

“Qué importante es redescubrir, incluso en el Occidente cristiano, el sentido de la primacía de Dios, el valor de la mistagogía, de la intercesión incesante, de la penitencia, del ayuno, del llanto por los propios pecados y por los de toda la humanidad (penthos) tan típicos de las espiritualidades orientales”, añadió.

Así reivindicó sus espiritualidades como “medicinales” para la vida, porque en ellas el “sentido dramático de la miseria humana se mezcla con el asombro ante la misericordia divina” y las bajezas humanas “no causan desesperación, sino que invitan a la gracia de ser criaturas sanadas, divinizadas y elevadas a las alturas celestiales”.

Permanecer con dignidad en la propia tierra
Asimismo, León XIV quiso agradecer la labor de aquellos que “en el silencio, en la oración, en la ofrenda cosen hilos de paz”, pero también el compromiso de los cristianos —orientales y latinos— que “especialmente en Oriente Medio, perseveran y resisten en sus tierras, más fuertes que la tentación de abandonarlas”.

“Hay que dar a los cristianos la posibilidad, no sólo de palabra, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura”, expresó.

Liberación de dependencias y fidelidad al Evangelio
Finalmente, insistió en que el esplendor del Oriente cristiano exige, hoy más que nunca, “la liberación de toda dependencia mundana y de toda tendencia contraria a la comunión, para ser fieles en la obediencia y en el testimonio evangélico”.

“Que haya transparencia en la gestión de los bienes, y den testimonio de entrega humilde y total al pueblo santo de Dios, sin apego a los honores, a los poderes del mundo y a la propia imagen”, concluyó.

El Jubileo de las Iglesias Orientales es uno de los grandes eventos del Año Santo 2025 convocado por el Papa Francisco. Este decimotercer gran evento jubilar del calendario oficial ha contemplado celebraciones litúrgicas según diversos ritos orientales católicos, desde el etíope hasta el bizantino, pasando por los ritos armenio, copto, siro-oriental, siro-occidental y malankarés que han tenido lugar tanto en la Basílica de en San Pedro como en la de Santa María la Mayor, dos de los principales templos jubilares.

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