Una epidemia global: El Síndrome Metabólico

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En 1988 en la Conferencia Banting de la Asociación Americana de Diabetes, Gerald Reaven propuso que la insulino resistencia y la hiperinsulinemia eran fenómenos asociados a la etiología y el curso clínico de la diabetes tipo 2, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular. En 1991, de Fronzo y Ferranini hablan de la insulino resistencia e hiperinsulinemia crónica como factores asociados a la hipertensión, hiperlipidemia y ateroesclerosis señalando, además, que con el descubrimiento de drogas con efecto sensibilizadores de la insulina, podrían disminuirse sus valores y mejorar no solo la utilización de la glucosa sino el perfil lipídico. Pero en 1997, Meigs y col. concluyeron en que la insulino resistencia e hiperinsulinemia solas no podían explicar todos los fenómenos asociados, por lo que establecieron el termino de Sindrome Metabólico (SM) para denominar esta entidad nosologica.

La insulino resistencia era considerada el factor mas importante de este sindrome, sin embargo, otros factores no sólo la han sustituido sino que aparecen como más importantes tal es el caso de la obesidad, la cual al haberse incrementado en los últimos años a niveles de epidemia, ha convertido el SM en un problema de Salud Publica (2002.ICD.9.CM Code 277.7).

Día a día se incluyen otros factores dentro del SM, a saber, sedentarismo, microalbuminuria, inflamación del tejido adiposo, depósitos elevados de hierro, disminución de la capacidad oxidativa de las subfracciones de HDL, estrés oxidativo sistémico, hígado graso no alcohólico, entre otros. Así que las diferencias en el criterio diagnóstico de este sindrome serían las responsables de las variaciones en la prevalencia reportada en diversos estudios. Por ello, en el año 2001 el National Cholesterol Education Program, Adult Treatment Panel III (NCEP/ATP III) propuso una definición única para facilitar el diagnóstico y la intervención preventiva. Sin embargo, en Europa muchos estudios siguen guiándose por lo establecido por la WHO/OMS o el European Group of Insulin Resistance (EGIR).

La importancia de este sindrome radica en que múltiples estudios han demostrado su asociación con el desarrollo de morbimortalidad cardiovascular. Su prevalencia varía con las regiones. En los Estados Unidos diferentes estudios establecen como cifra de prevalencia, del 21 al 33 %. En otros países se han encontrado desde cifras bajas como 16,3% en Marruecos, hasta cifras muy elevadas en aborígenes Maori de Nueva Zelanda con un 52,8%.

En Venezuela hemos estudiado una muestra importante de la población del estado Zulia encontrando una prevalencia de 35,3%, existiendo diferencias pequeñas entre las diferentes razas (mezclados, blancos, negros o amerindios) y con predominio en las mujeres mayores de 50 años, siendo los componentes mas frecuentes la obesidad abdominal y el HDLC- bajo. Otros grupos han reportado resultados similares en Caracas y Coro.

El SM también está presente en edades tempranas. El estudio NHANES ha demostrado que entre 1988-1992 y 1999-2000 la prevalencia en adolescentes subió de 4,4% a 6,4%, siendo más prevalente en varones que en hembras con un incremento en adolescentes obesos (32%). En el 2004, Weiss y col. encontraron 39% de SM en adolescentes moderadamente obesos y hasta 50% en los severamente obesos. En adolescentes de 14-17 años nosotros hemos encontrado hiperinsulinemia en un 56% de los varones y en 37% de las hembras y además, que un 37% de adolescentes delgados presentan ya niveles elevados de insulina, IR, elevación de TG y de la presión diastólica. Es importante destacar que el seguimiento del estudio de Bogalusa demostró que la condición de poseer niveles bajos de los componentes del SM en la niñez conlleva definitivamente a menor riesgo de enfermedad cardiovascular en el adulto.

Finalmente, debemos recordar que los profesionales de la salud juegan un papel crítico en la prevención del desarrollo del SM en sus pacientes a traves del control de peso y el alcance apropiado de niveles de actividad física, ya que está demostrado que el SM es reversible. Si bien existe ayuda farmacológica para corregir cada componente, si ésta no se complementa con cambios en el estilo de vida, su efecto es dudoso.

Fuente:Instituto de Investigaciones Clínicas, Facultad de Medicina, Universidad del Zulia, Maracaibo.

 

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