Durante el embarazo, madre e hijo están unidos por el cordón umbilical. A través de él la madre suministra al bebé el oxígeno y los nutrientes necesarios para crecer correctamente.


Al nacer, el médico corta el cordón umbilical y le pone una pinza para evitar que sangre. Al principio tiene un aspecto gris, brillante y gelatinoso. Con el paso de los días se va secando y oscureciendo de color hasta que cae por sí solo en las dos primeras semanas de vida (hay casos en los que puede tardar más). La cicatriz que queda tras la caída del cordón umbilical es lo que llamamos ombligo.

En el recién nacido es de suma importancia el cuidado del cordón umbilical, ya que puede ser un foco de infección. Hay que mantener el cordón limpio y bien seco para favorecer su caída.

Tras la higiene del niño (cuando el bebé tiene el cordón umbilical no debemos sumergirlo en la bañera pero sí podemos lavarlo con una esponjita), hemos de secar cuidadosamente la zona del ombligo y curarlo con una gasa y alcohol de 70º o clorhexidina. La cura la debemos hacer dos veces al día. Podemos dejar una gasa seca entre el pañal y el ombligo. No se recomiendan las fajas.

Una vez que se haya caído hemos de continuar limpiando el ombligo hasta que esté bien seco (aproximadamente una semana más)

No se aconseja utilizar yodo ni mercromina

Cuándo consultar con el Pediatra
•Si la caída del cordón umbilical se retrasa más de cuatro semanas
•Si sale líquido o sangre del cordón o del ombligo
•Si cordón umbilical desprende mal olor
•Si tras la caída del cordón queda alguna zona roja y brillante (granuloma umbilical)

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