Al vacunar a los padres también se protege la salud del bebé

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Cuando llega un bebé a la casa hay que tomar previsiones, más allá de comprar la cuna, ropa y otros artículos que vaya a necesitar. Algo que no se debe descuidar es la prevención de infecciones y enfermedades, las cuales logran controlarse cuando los padres y cuidadores más cercanos tienen su registro de vacunas al día y están inmunizados ante cualquier enfermedad.


Llevar a cabo este simple proceso de inmunizar al grupo familiar contra las enfermedades que se concentran en el medio ambiente es indispensable, porque no solamente les ofrece inmunidad a los padres, sino también al bebé. El sistema inmunológico de los recién nacidos es débil, por lo que son propensos a contagios y pueden presentar un cuadro clínico más severo.

Tal como explica la pediatra y neonatóloga María José Castro, hay ciertas vacunas que deben reforzarse en la adultez para prevenir las patologías y disminuir la potencialidad de ser transmitidas. “El adulto debe recibir estrictamente dos dosis de la inmunización contra el sarampión, rubéola y parotiditis (trivalente viral) y contra la lechina o varicela. Igualmente, la vacuna trivalente bacteriana, encargada de proteger contra tétanos, difteria y tos ferina; así como la del virus de la influenza A y hepatitis A y B. También a quienes residen en zonas endémicas, se les debe administrar la vacuna contra la fiebre amarilla”, dijo.

La pediatra neonatóloga señaló que además del núcleo familiar, los recién nacidos deben tener estrictamente un esquema de vacunación, que se debe cumplir a cabalidad. Explicó que los bebés presentan un comportamiento inmunológico inmaduro y deben ser vacunados inmediatamente contra la tuberculosis y la hepatitis B (específicamente cuando la madre cuenta con una serología positiva o desconocida para dicha enfermedad. En los  países donde prevalece el polio también es vital la inmunización de dicho virus.

En el caso de los prematuros, bebés que presentan cardiopatías o enfermedades respiratorias, deben inmunizarse contra el virus sincicial respiratorio, para evitar complicaciones a futuro. La doctora Castro recomienda iniciar el esquema de vacunación de los infantes a partir de las seis u ocho semanas de vida. Antes de ello, es recomendable que el bebé no se encuentre expuesto a agentes infecciosos porque se encuentra particularmente vulnerable.

Las patologías con las que un bebé corre más riesgo son aquellas de origen infeccioso, específicamente las respiratorias. “Los agentes más agresivos y fácilmente transmisibles de adultos a recién nacidos son la Bordetella Pertussis el agente encargado de desarrollar la tos ferina. También, el virus sincial respiratorio, asociado con la bronquiolitis, el virus de la influenza A (tanto estacional como la nueva cepa conocida como H1N1) y el mycoplasma pneumoniae”, detalló la pediatra y neonatóloga.

En los últimos años, ha ocurrido un repunte de tuberculosis, por esta razón las personas que presenten tos crónica deben mantenerse alejados de los infantes. Otra enfermedad transmitida por los adultos y que es potencialmente fatal en el recién nacido es la lechina o varicela, de allí la importancia de evitar cualquier contacto entre el recién nacido y alguien que presente el virus activo. Además es importante evitar que quienes tienen síntomas de problemas respiratorios se le acerquen al bebé, ya que esto facilita la transmisión de agentes infecciosos.

“Una de las medidas de protección más importantes para el recién nacido es la alimentación con leche materna, que es una excelente fuente de nutrientes y de defensas que mejoran su respuesta inmunológica y permiten una colonización intestinal óptima. Finalmente, el bebé debe ser evaluado al menos en los primero 15 días después de haber nacido y cumplir con las visitas regulares al pediatra, no sólo para el control, sino también para la vacunación”, concluyó la pediatra neonatóloga.

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