En Venezuela, las luces de alta potencia LED o halógenas están reguladas por ley, pero en las ciudades y autopistas seguimos viendo vehículos que las usan de forma irresponsable, encandilando a los conductores contrarios y causando pérdida temporal de visión. No es solo una molestia: es una práctica letal que multiplica el riesgo de accidentes fatales.
La tecnología LED en sí no es el problema; al contrario, es eficiente y duradera. El error radica en sobrepasar la potencia original diseñada para el vehículo y colocarla en posiciones inadecuadas, como barras LED completas fijas en el techo o faros modificados. Estas «pantallas luminosas» dirigen haces intensos directamente a los ojos del conductor contrario, eliminando su visibilidad por segundos críticos.
Estudios mundiales, como los de la Asociación Americana de Optometristas y la Unión Europea, confirman que los diodos emisores de luz (LED) acumulan lipofuscina en el epitelio retinal, dañando irreversiblemente la vista con exposición prolongada. No hablamos de una ceguera pasajera: es un riesgo acumulativo que puede precipitar colisiones.
Todos los vehículos en el mundo están homologados: luces, dimensiones, velocidad máxima y capacidad de pasajeros responden a estándares estrictos. En Venezuela, la Ley de Tránsito Terrestre lo deja claro en su artículo 169, numeral 21: cualquier modificación indebida acarreará sanciones al propietario.
Los faros estándar incluyen tres niveles: posición (cocuyos), baja y alta. Si necesitas potencia extra, como anti niebla, úsala solo donde sea esencial, no en autopistas o urbes donde dejas ciego al de enfrente.
Verifica que tu vehículo tenga luces de cruce, freno, retroceso y corneta en buen estado.
Sé consciente, respeta al otro y evita ser catalogado como «Toyobobo», ese conductor egoísta que prioriza su visibilidad sobre la seguridad colectiva.
Es hora de que las autoridades intensifiquen inspecciones y multas, y que nosotros, como sociedad, denunciemos estas modificaciones. Una carretera segura empieza por un faro responsable. ¿Cuántos accidentes más necesitamos para actuar?